La Asociación de Empresas Familiares del Perú publica, en el boletin mensual que dirije a sus asociados, el siguiente artículo del socio director de la consultora Unilco, José Manuel Zugaza:
Las dimensiones integradas de todo sistema familiar
El arte de combinar empresa y familia conlleva a enfrentar día a día una serie de compromisos que permiten compartir el trabajo con los seres queridos. Por este motivo, es importante entender las características propias de la empresa familiar y sus grupos de interés para que, de este modo, se pueda gestionar con éxito este tipo de situaciones.
Una de ellas es el tipo de sistema en el que están inmersos, en el que se encuentran estrechamente vinculados tres conjuntos básicos o dimensiones: empresa, propiedad y familia. Este se conoce como “modelo de los tres círculos”, el cual permite visualizar la fuerte influencia de cada subconjunto sobre los otros, sus intereses, necesidades y expectativas.
En primer lugar, el círculo “familia” es aquel al cual pertenecen todos y cada uno de los miembros de un mismo grupo familiar. A ellos les interesa que su empresa sea un lugar de acogimiento personal en la que todos se puedan sentir cómodos y felices. En segundo lugar, se encuentra el círculo “propiedad”, donde están las personas que tienen algún derecho de propiedad sobre la empresa, ya sea mediante la posesión de acciones o la porción correspondiente de la sociedad de responsabilidad limitada, y que no son parte de la familia. Evidentemente, poseen necesidades y motivaciones totalmente distintas a las que tienen los familiares. Por último, el círculo “empresa” incluye a aquellos individuos que trabajan en esta y perciben un beneficio económico sin ser propietarios ni miembros de la familia
De acuerdo con José Manuel Zugaza, director de Unilco, consultora especializada en la Empresa Familiar, entender que los tres ámbitos están muy interrelacionados entre ellos es fundamental para tomar mejores decisiones. Por tanto, cada integrante debe capacitarse en funciones específicas para optimizar los roles que debe desempeñar y la forma en que debe actuar dentro de la organización, buscando favorecer la productividad y competitividad integral de la empresa.
Para el especialista, el contexto originado por el COVID-19 ha evidenciado la necesidad de contar con un líder que transmita mensajes fuertes y claros que se dirijan a todos los miembros que forman parte del negocio. Ello con el objetivo de alinear los intereses y compromisos de todos. Además, cobra gran importancia saber adaptar a las circunstancias los procesos de sucesión para evitar cierta intranquilidad por el desarrollo futuro del negocio, que podría alarmar a la dimensión propiedad.
“Aunque desarrollar una empresa familiar es algo de gran complejidad, también es maravilloso y muy motivante si los miembros de la familia se llevan bien, hacen el esfuerzo por ser complementarios profesionalmente y se comunican con lealtad y respeto.”, señala Zugaza.
Dirigir con éxito una empresa familiar, entendida como el sumatorio de una familia sana y unida, y una empresa en crecimiento y rentable, va a exigir el esfuerzo de todos, por lo que se trata de una labor -evidentemente- de equipo. En ese sentido, se requiere institucionalizar y profesionalizar la empresa y poner en marcha el Protocolo Familiar, pues estas actuaciones estructurará este objetivo, al que todos apuntan.